Cuando veo lo que están haciendo con nuestra Justicia, con el tercer poder del estado, no puedo evitar recordar el año que oposité peligrosamente y por qué lo hice. Coged un café o un puñado de pipas, que a lo mejor se alarga.
Cuando empecé la carrera lo hice porque quería ejercer la abogacía, ninguna otra opción pasó por mi cabeza hasta muchos años después, cuando, trabajando para una empresa de recobro, le decía a una compañera “te juro que si me tocan los euromillones oposito a judicatura”. Pues no fueron los euromillones, pero casi, porque fue un finiquito por despido.
Corría 2018 y por motivos personales y familiares me despidieron de un trabajo hiperexigente y mal organizado. (Gracias, D., de corazón, muchas gracias, aunque no me leas.) Con mis padres enfermos y el dinero del finiquito me planteé muchas cosas, pero al final pensé que era mi lotería, que tenía que intentarlo.
Lo primero que hice fue comprarme los Carperi en la manera que mi cerebro metódico mejor entendió, que no tenía nada que ver con el orden lógico para opositar. Y luego busqué preparador. Desde los que me pedían una millonada hasta los que pensaban que no tenía edad, que no tenía capacidad y que, además, el despertador biológico estaba sonando fuertemente, que no iba a ponerme a estudiar porque se me pasaba el arroz (eso sí es machismo, por cierto, y del viejuno).
De repente di con un chico joven, más que yo, que había sacado la oposición en tiempo record. Le conté mi vida en verso y empatizó conmigo, me animó a intentarlo, me dijo lo que cobraba, que me pareció muy razonable, y me hizo un planning. Lo único que se me resistía era memorizar los artículos, y se me resiste. Y se me resistirá, porque para eso tengo códigos a un click. (Carlos, nunca agradeceré lo suficiente a la vida por haberte puesto en mi camino. Me diste un chute de autoestima de valor incalculable. Siento no haber podido hacerlo. La vida, en este caso la vida, ni siquiera es una excusa.)
Una de las razones principales que me llevaron a intentarlo fue que, por aquel entonces, la clase política, que ya nos intentaba dictar qué sí y qué no, calificaba las sentencias como machistas, fascistas, injustas, etc. Hacían pintadas a algunos Magistrados por sus Autos y Sentencias, señalaban, juzgaban y condenaban a los que no apoyaban el relato. Vamos, lo que siguen haciendo hoy. Yo quería luchar desde dentro, quería ser parte de la solución, no del problema.
Pero el día del examen de test falleció un familiar muy cercano y querido, y a los seis meses mi madre, y antes de un año y medio la pandemia. Estaba claro, la vida no quería que fuera ESA parte de la solución. Y lo dejé. Y me puse a trabajar por mi cuenta, por la salud de mi familia y amigos.
Desde entonces han pasado ya casi cinco años. Y la cosa, aunque parecía imposible, ha ido a peor. Ahora la culpa de que las leyes sean un despropósito es de los jueces que las aplican, y de los abogados que las invocamos. Como si tuviéramos opción. ¡Pero si no puedo irme una semana de vacaciones en Navidad! ¡Cómo diablos voy a poder elegir no invocar una norma aplicable! A mi seguro de responsabilidad civil le encantaría subirme la prima, pero creo que no así.
Todo este rollo para deciros que no podemos consentirlo, que la libertad se defiende, que la separación de poderes del estado se defiende, que la libertad de expresión sólo se puede defender ejerciéndola. Señorías, Compañeros Abogados, pero especialmente Conciudadanos, nos va muchísimo en esta lucha. Y me da igual quien esté al frente, no debemos callarnos ante los atropellos de la clase política al Poder Judicial. Y deberíamos ir un paso más allá, deberíamos pedir que el Poder Judicial y la Administración de la Administración de Justicia dejen de estar en manos de los elegidos “democráticamente” y que fueran independientes. La Constitución ya establece mecanismos de control.
Señores políticos, como casi todos mis compañeros están pidiendo que el periodo navideño sea inhábil, yo les voy a pedir un regalo de reyes mucho más ambicioso: por favor, dejen de mangonear el Poder Judicial y respétenlo. Y como aguinaldo, hagan el favor de dotarlo de medios en tanto en cuanto no saquen sus manos de donde no debieron meterlas jamás.