¿Qué está pasando con el Tribunal Constitucional? ¿Por qué se ha montado todo el lío con que nos bombardean desde las noticias en esta última semana? ¿Por qué algunos juristas lo consideramos tan importante? Es un Tribunal político que no forma parte del Poder Judicial, ¿de verdad es tan importante que no esté politizado?
Como dijo Jack el destripador, vayamos por partes.
El artículo 159 de la Constitución, en su apartado tercero, establece que los Magistrados del Tribunal Constitucional (TC en adelante) se renuevan por tercios cada tres años. Además, su mandato es por nueve años y son inamovibles. Es decir, una vez que se ha designado un Magistrado del TC sólo sale del puesto cuando su mandato caduca, cuando abandona el cargo o cuando se muere. Y ya está.
Por otro lado, la propia constitución establece que los Magistrados del TC se eligen cuatro por el Congreso, cuatro por el Senado, dos por el Gobierno y dos por el Consejo General del Poder Judicial. Las renovaciones están organizadas para que las dos cámaras que ostentan el poder legislativo escojan de forma independiente a sus representantes y, por otro lado, el Gobierno y el Consejo elijan a sus Magistrados en el mismo momento.
¿Por qué se ha montado la batalla de insultos, descalificaciones y Recursos con que nos están mareando?
Como sabréis todos a estas alturas, el PSOE en connivencia con sus socios de Gobierno y otros apoyos parlamentarios han propuesto eliminar el delito de sedición y modificar el de malversación de caudales públicos mediante una iniciativa legislativa presentada por el grupo socialista en el Congreso de los Diputados. Desde mi punto de vista es una chapuza más, que sólo beneficia a la clase política, que son los únicos que pueden cometer la malversación de caudales públicos, o a quien pretenda romper la unidad o el régimen político nacionales. Hasta aquí todo normal. Más o menos ético, más o menos razonable, pero legal.
Pero es que, por la puerta de atrás, por la vía de las enmiendas, han colado dos reformas para que se reduzcan las mayorías necesarias en el Consejo General del Poder Judicial para el nombramiento de sus dos Magistrados del TC y por otro lado para que se puedan renovar independientemente los dos Magistrados del Gobierno y los dos Magistrados del Consejo. El próximo día trataremos de esta estrategia, hoy me voy a centrar en la causa del lío.
El Partido Popular ha presentado un Recurso de Amparo para que se paralice la tramitación de esta norma en el Senado y no pueda ser aprobada hasta que el TC se pronuncie sobre su constitucionalidad. ¿Por qué? Pues la razón os la he explicado unos párrafos más arriba. Porque los Magistrados del TC se eligen por periodos de nueve años y son inamovibles, lo que significa que de realizarse la reforma, aunque se declarase inconstitucional, ya no tendría remedio.
Por eso se llaman medidas cautelarísimas. Es como cuando una pareja se divorcia en malos términos y se establece un régimen de custodia temporal para evitar daños a los hijos menores. O como cuando se envía a alguien a prisión provisional para evitar que huya. Medidas previas a la resolución del conflicto judicial que garantizan que, sea cual sea el resultado, pueda cumplirse. Lo que no sucedería si uno de los progenitores huye con los menores, el investigado se da a la fuga o reincide, o se reforman las mayorías y el método de elección de los Magistrados del TC contraviniendo expresamente el mandato constitucional, luego ya no hay remedio.
¿Por qué algunos juristas lo consideramos tan importante? Es un Tribunal político que no forma parte del Poder Judicial, ¿de verdad es tan importante que no esté politizado?
Personalmente considero que no puede permitirse que uno de los poderes del estado haga trampas para manipular a otro poder, a la postre el encargado de hacer cumplir las leyes. Pero con mayor fuerza aún cuando ese órgano es el que se encarga de poner límites a lo que se puede legislar o no en el país. Estamos hablando del Tribunal que revisa que no se vulneren nuestros derechos, y para renovarlo pretenden pasar por encima del artículo 159 de la Constitución por intereses partidistas. Pretenden romper los consensos que han logrado que llevemos 44 años en una convivencia más o menos pacífica. Creo que juristas como Begoña Gerpe, por nombrar a alguien de relevancia y a quien admiro, están de acuerdo con esta perspectiva. También podéis encontrar periodistas que consideran muy grave el asunto, uno de los que lo ha tratado recientemente en su podcast ha sido Fernando Díaz Villanueva.
Respecto a que se trata de un Tribunal político que no forma parte del Poder Judicial… técnicamente es así, pero también el articulo 159 establece que los Magistrados que lo formen deberán ser independientes, literal que yo interpreto de una forma bastante buenista, quizás incluso naïf. Se elige a los Magistrados de preferencia de cada uno de los órganos que los selecciona por ideología, y puedo incluso comprar la idea, lo que no me cabe en la cabeza es que esos Magistrados deban pleitesía al partido que los elige por el simple hecho de haberlos nombrado. Este comportamiento dinamita la independencia de los Magistrados, y en consecuencia la del propio TC.
¿Y por qué me importa?
En primer lugar porque soy abogada y creo en la justicia incluso más allá de la ley, pero nunca jamás por encima de ésta.
En segundo lugar porque, como escribía el pasado 6 de diciembre, la Constitución es una norma de mínimos que pretende una convivencia pacífica y que permita la prosperidad de España, y reventándola desde dentro nos acercamos cada día más a un autoritarismo que acaba con nuestras libertades en nombre de una seguridad que no nos están proporcionando.
Y en tercer lugar porque el TC también ejerce funciones jurisdiccionales cuando entra a conocer de los Recursos de Amparo presentados por los ciudadanos cuando sienten vulnerados sus derechos fundamentales. Nuestros derechos fundamentales. Y no creo que deba permitirse que las ambiciones políticas de unos y otros determinen cómo tenemos que vivir nuestra vida ni ejercer nuestros derechos.
No creo que haya seguridad suficiente en el estado que compense que yo pierda más libertades cada día, y para evitar esas pérdidas sólo me queda tener un órgano que reconozca esos derechos fundamentales y esas libertades independientemente de quién les haya puesto en el sillón.
Nos estamos olvidando de que los tres poderes del estado deben estar separados y al servicio de la población, y considero que es algo que deberíamos tener un poco más presente, o llegará un día en el que ya no nos quede nada que defender.